Hace mucho tiempo existió un asesino muy famoso. Su espada era temida en todo el mundo, y nadie había podido vencerlo. El asesino tenía fama de haber matado a más de mil personas y según se cuenta mató a 100 de un solo tajo…
Un día le fue encomendado matar a un hombre al que se le atribuía fama y fortuna. Según se sabe el noble no había tenido descendencia, y su esposa siendo ya grande logro a dar a luz a una niña, siendo este bebe portadora de alegría en toda la casa del noble.
El asesino cumplió su tarea. Entro a la casa del hombre rico, mato a los sirvientes sin causar ruido, asesino al noble degollando su cabeza, y cuando escucho un ruido suscitado por la esposa se dirigió rápidamente a buscarla.
Encontró a la esposa escondida en el armario. Asestó una estocada directa la cual la asesino al instante, los brazos que sostenían a la bebe perdían su fuerza y la niña vacilo hacia al piso sin causarse daño alguno. El asesino miro el cuerpo de la bebe, y justo cuando la niña soltó en llanto desenvaino la espada para matarla, pero no pudo, se compadeció y la dejo vivir…
Nadie sabe que le paso a la niña y que lo motivo a no matarla, pero se sabe que este asesino vago durante 10 años por el mundo, conoció y aprendió muchas cosas mientras su espada perdía su filo…
En otro lugar un hombre justo vivía plácidamente. Cuentan quienes le conocían, que al inicio de la guerra irrumpieron unos soldados en su casa, asesinaron a sus hijos y criados, violaron a su mujer e hija y a el lo dieron por muerto. Saquearon la casa tomando riquezas y víveres después le prendieron fuego...
Este hombre creía en la paz y en la justicia. Y hasta donde se cuenta Sobrevivió de milagro al ataque, algunos dicen que fue Dios quien lo salvo otros, el deseo de venganza. Este hombre consiguió una espada, la afilo durante diez años, recorrió también el mundo cultivándose en el arte de la muerte. Durante su viaje descubrió el dolor que hay en las ciudades, y encontró el mal que habita en los hombres, asesino y mató, volviéndose de esta manera un justiciero de Dios. ¡Solo Dios sabe cuantas personas murieron con esa espada en nombre de su justicia!
Un día el destino cruzó al hombre justo y al asesino por la misma senda. Quizás el justo buscaba al asesino, quizás solo se toparon por casualidad. Nadie sabe como se suscito el encuentro. El asesino cargaba su espada sin filo como un recordatorio de quien era y como acto de penitencia juró nunca dejar esa espada. El hombre justo desenvaino lanzándose con un fiero ataque, el asesino reacciono instintivamente con la espada, defendiéndose de la agresiva afrenta. Las espadas al chocar emitieron un sonido que ya desde hacía tiempo no se oía. Las espadas se forzaban entre sí, ninguno de los dos podía perder la fuerza con la que se sostenían las armas, ya que el primero en flaquear significaría que obtendría una muerta segura…
La lucha duro horas, hasta que las espadas se terminaron rompiendo. ¿Quién luchaba a favor de la verdad? ¿Quien luchaba con verdadera justicia? ¿Diez años por el mundo es el tiempo necesario para poder conocer la verdad acerca de la vida, de Dios, de uno mismo?... los trozos cayeron al suelo y ambos cayeron rendidos sin poderse mover, el final de la historia es una leyenda que aún se cuenta, se sabe que al romperse las espadas uno de ellos reía y el otro lloraba, lo que no se cuenta es quien hizo cada cosa...
sábado, 28 de marzo de 2009
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